El sector hospitalario enfrenta desafíos únicos: garantizar una atención médica de calidad, controlar el aumento de costos y minimizar su impacto ambiental. Los hospitales operan 24/7, consumen grandes cantidades de energía, agua e insumos médicos, y generan desechos biológicos y químicos que requieren un manejo especializado.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los sistemas de salud representan el 4.4% de las emisiones globales de carbono, una cifra comparable a la huella de la industria aeronáutica. Además, el gasto en atención médica ha crecido a tasas superiores a la inflación en muchos países, haciendo que los servicios sean inaccesibles para millones de personas. Frente a este panorama, la sostenibilidad no es una opción, sino una necesidad estratégica para garantizar la viabilidad del sector en el futuro.
La sostenibilidad, entendida como la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de futuras generaciones, tiene implicaciones económicas y ambientales profundas. En el contexto económico, una gestión eficiente de los recursos permite reducir costos operativos en un 15-30%, aumentar la competitividad y liberar capital para reinversiones estratégicas. Desde la perspectiva ambiental, minimizar el desperdicio y el consumo de recursos reduce la huella ecológica, combate el cambio climático y promueve la preservación de los ecosistemas.
En el sector hospitalario, existe un campo fértil para examinar cómo prácticas innovadoras de sostenibilidad pueden convertirse en herramientas clave para frenar el aumento de estos costos y, a la vez, mejorar la calidad de atención para los pacientes.
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