El pasado 19 de septiembre de 2017, un sismo de 7.1 grados en la escala de Richter sacudió al Estado de Puebla. Esa tarde, durante los primeros minutos del sismo, Karen Aileen Olvera Gómez, se encontraba en el negocio de su familia ubicado en el centro histórico poblano, acompañada por su mamá y su hermano.

Al ver como los objetos se caían, Karen y sus familiares, luchando contra el movimiento del piso, salieron a la calle y una vez ahí el sismo tomó más fuerza. En ese momento, Karen vio a una joven que, en busca de refugio, corría desesperadamente hacia el interior de una de las tiendas y, en un acto de valentía y solidaridad, Karen fue tras ella y la convenció de salir y refugiarse en otro lado.

Cuando estuvieron afuera, Karen recuerda el sonido del crujir de la tierra y ver que las casas y tiendas de alrededor se derrumbaban, después un dolor inmenso en su hombro izquierdo le hizo perder el conocimiento.

El temblor había cesado, pero la histeria de las personas aún seguía. Poco a poco, Karen volvía a recuperar el sentido, tenía un gran dolor en su hombro y no sentía las piernas, pues una losa de 11 kilos había caído sobre ella. Recuerda que su papá le tomó la mano y empezó a hablarle para mantenerla consciente. Minutos después fue trasladada en ambulancia rumbo a CHRISTUS MUGUERZA Hospital UPAEP.

Al llegar, el personal de urgencias le explicó a sus padres que el sismo había dejado sin electricidad al hospital, por lo que era necesario trasladar a Karen a CHRISTUS MUGUERZA Hospital Betania, ahí, el equipo de imagenología le practicó una resonancia, el estudio arrojó: fractura de costillas y clavícula, un golpe en la columna y la perforación del pulmón izquierdo por una de sus costillas, por lo que la cirugía era inminente.

Después de la cirugía y pasar siete días intubada, Karen finalmente abrió sus ojos.

“Abrí mis ojos y vi a mis papás, pero no los reconocía muy bien por los medicamentos que tenía, a veces tenía miedo porque no sabía cuánto tiempo había pasado”, comentó Karen.

Karen pasó más 30 días en Terapia Intensiva, días en los que estuvo acompañada por médicos y enfermeras de Hospital Betania, a quienes ahora considera sus amigos, ya que estuvieron junto a ella durante los momentos en los que se aferraba a vivir.

“Me gustó la manera en que el equipo de cuidados intensivos me trataba porque más que hacer su trabajo ellos tuvieron pasión, amor y delicadeza. El grupo de enfermeras me cuidaba mucho, cada vez que me bañaban o me ponían un medicamento hablaban conmigo y me decían “mira este medicamente es para esto y lo que vamos a hacer es para esto, si tienes dolor avísanos”, las enfermeras eran muy lindas, me cuidaban mucho”, explicó.

Es así, como en un día que dejó tristeza y destrucción para México, Karen volvió a nacer y junto a ella también nació el deseo de compartir su testimonio de vida con los demás.

“Yo quiero volver a Betania, yo quiero volver y contarles mi historia, que los médicos vean como he evolucionado, como su trabajo no quedó solamente en una cirugía, sino que en verdad tocaron mi vida, me ayudaron mucho, mucho, mucho. Estoy muy agradecida con ellos, ellos me operaron y gracias a ellos y a Dios estoy aquí”, finalizó.