El acompañamiento humano, espiritual y emocional que ofrece CHRISTUS MUGUERZA a sus Colaboradores, pacientes y familiares es, sin duda, una de las características que más distinguen la atención y el servicio integral a quienes buscan en la organización una esperanza para mejorar su calidad de vida.
Este servicio, en manos de nuestras agentes de Pastoral, ha impactado no sólo a quienes acceden a nuestros servicios médicos, sino también a las comunidades aledañas y a las personas que, como el equipo de voluntarios formados por la hermana Lupita, en la Clínica Chanita, en Chihuahua, entregan su tiempo y su corazón para acompañar a los más necesitados y mantener viva la misión.
María Guadalupe Sánchez Espitia, también conocida como la hermana Lupita, es la Coordinadora de Pastoral en la Clínica Chanita de la Fundación Adelaida Lafón, en el municipio de Chihuahua. Su deseo por atender a los más vulnerables la llevo a estudiar Catequesis Misionera en Roma y, posteriormente, a realizar algunas misiones en Perú y a pertenecer a un equipo que ofrecía los servicios pastorales en África, donde fue consolidando su vocación por el servicio a los enfermos.
De regreso a México, Lupita asumió el compromiso de la Pastoral en la Clínica Chanita de Chihuahua, donde decidió continuar en este camino de ayuda y servicio a los enfermos. Además de su trabajo al interior de la Clínica, los fines de semana, con la generosidad que la caracteriza, la hermana Lupita comparte sus conocimientos con aquellas personas que deseen formarse como agentes de Pastoral de la Salud, esto con el objetivo de contar con voluntarios capacitados para acompañar a las personas enfermas y vulnerables de las comunidades vecinas.
La idea de formar “apóstoles” en el área de pastoral de la salud, surgió a partir de una visita que la hermana realizó con un grupo de voluntarios en el año 2018 a los habitantes de la colonia Vistas Cerro Grande, un asentamiento ubicado en una zona periférica de la ciudad que antes funcionaba como relleno sanitario y que hoy colinda con la Clínica. Este grupo, con el apoyo del Párroco David Valeriano Olivas y de las Hermanas Canossianas, visitó casa por casa, descubriendo en sus habitantes grandes necesidades económicas, espirituales, educativas y de salud.
“De aquí la necesidad de contar con más personas que atendieran al acompañamiento a enfermos, no sólo de esta zona de responsabilidad de la Clínica Chanita, sino en un entorno más abierto”, dice la Hermana Lupita, quien, en común acuerdo con la coordinadora de la Clínica, la Licenciada Gaby Madrid, y con el apoyo del sacerdote Valeriano Olivas, inició los talleres en mayo del 2018 en la sala de conferencias de la Clínica Chanita. Este taller se ha replicado ya tres veces, por lo que al día de hoy se cuenta con 29 agentes de pastoral. Además, es gratuito y está abierto al público chihuahuense.
Para fortalecer su conocimiento y, de esta manera, brindar apoyo a quien lo necesita, cada semana el grupo de Pastoral de la Clínica Chanita se reúne para recibir capacitación en temas como las necesidades espirituales de las personas enfermas, la misericordia, los procesos de duelo, las nociones básicas de la pastoral de la salud y el perfil que debe tener un acompañante espiritual. A través de ejercicios teóricos y prácticos, los voluntarios adquieren herramientas que les han permitido acompañar a los enfermos de la comunidad y atender sus necesidades espirituales, así como generar espacios de reflexión y encuentro en la comunidad.
Así, gracias a este esquema de capacitación constante y a los grupos de agentes de pastoral que se han formado, colonias vecinas de la Clínica Chanita como Cerro Grande, San Isidro y las Norias, son algunas de las comunidades que se han beneficiado con el acompañamiento de estos voluntarios formados por la hermana Lupita quien, con sus apóstoles, busca y desea seguir uniendo fuerzas para responder a las necesidades de quienes habitan las zonas vulnerables más cercanas a la clínica, zonas que se consideran como algunos de los sectores más desprotegidos de la región y donde nuestros hermanos y hermanas sufrientes, claman por ser vistos con compasión y dignidad, para que el ministerio sanador de aquél que sanó a los enfermos llegue con esperanza a los corazones de nuestros vecinos en las comunidades en las que servimos.